Prueba de campo
El experimento comenzó con una pregunta sencilla: ¿puede la IA sostener la regla del “Sí, y…” imprescindible en el improv? Usando la función de voz, el periodista pidió a ChatGPT actuar juntos sin guion. La meta era medir rapidez verbal y, sobre todo, su capacidad para detectar el momento cómico. A primera vista, el modelo respondió con entusiasmo y describió la improvisación como “creatividad espontánea”, lo que mostraba dominio teórico del formato.
La escena espacial
Ante la petición de un escenario, la IA propuso ser dos astronautas hallando un artefacto alienígena. El diálogo avanzó sin bloqueos: se inspeccionó el objeto, se convirtió en balón y hasta explotó. Sin embargo, la secuencia resultó más cercana a ciencia ficción infantil que a comedia. Faltó el giro sorprendente que rompe la expectativa y despierta risas; la IA entregó narración coherente, pero sin chispa, evidenciando que la estructura no basta para generar humor.
El caso del sándwich
Una anécdota real —morder por error el sándwich ajeno en la oficina— prometía más tensión cómica. ChatGPT respondió con líneas previsibles: “¿De quién será?” y un chiste blanco sobre tofu con jalapeño. Incluso cuando el usuario sugirió “carne misteriosa”, la IA cerró la historia proponiendo devolver el emparedado al dueño. El modelo priorizó la resolución amable sobre el caos absurdo que suele encender al público, demostrando que interpreta el improv como ejercicio de diálogo, no de comicidad.
Lecciones para creadores
El resultado tranquiliza a humoristas y guionistas: la IA todavía no reemplaza la intuición humana para rematar chistes. ChatGPT muestra gran valor práctico en generar diálogos y mantener ritmo, cualidades útiles para ensayos teatrales o asistentes virtuales. No obstante, sin una premisa brillante o un “punchline” inesperado, su producción rara vez trasciende la narración simpática. La creatividad, por ahora, sigue siendo territorio humano.
Perspectiva de OpenAI
OpenAI continúa afinando el modelo con ejemplos de humor cultural y mejor detección de tono. El reto futuro será entender la ironía contextual que hace reír en Ciudad de México o Madrid. Hasta que eso ocurra, la anécdota del sándwich confirma que la IA conversa con soltura, pero entregar carcajadas auténticas requiere algo más que probabilidad estadística: necesita el toque impredecible de la mente humana.
Próximos pasos en Latinoamérica
OpenAI ya trabaja en adaptar sus modelos a matices culturales y léxicos regionales; un avance clave será chatgpt en español, cuya versión optimizada puede impulsar desde la educación hasta el servicio al cliente en mercados de habla hispana sin sacrificar naturalidad ni precisión. Esta iniciativa también pretende abarcar soportes de voz y funciones multimodales, acercando la interacción con la IA a una experiencia más humana en toda la región.